¡Gracias a la vida!
¡Gracias a la miseria!
¡Gracias al dolor!
¡Gracias mi Dios!
Sigue la enseñanza,
del opresor maldito.
En la iglesia arrependito,
rezo junto con el explorador.
Los pobrecitos sufridos
dicen Amén
y lloran penitentes,
sin tener ni un pedacito de pan.
Con hijos hambrientos,
creen en la divina piedad.
Más un día se pasó y nada ni nadie cambió.
¡Gracias mi Dios!
Estoy con hambre.
Estoy con sed de justicia.
¡ Gracias santa sofía!